El cáncer de esófago es un tumor agresivo que se forma en los tejidos que revisten el esófago, el tubo muscular a través del cual pasan los alimentos desde la garganta al estómago. Puede presentarse en cualquier lugar a lo largo del esófago.
Existen dos tipos principales: el carcinoma de células escamosas y el adenocarcinoma. El primero comienza en las células planas que forman el revestimiento interno del esófago, mientras que el adenocarcinoma comienza en las células que producen y liberan moco y otros líquidos.
Este tipo de cáncer ocupa el noveno lugar en incidencia a mundial. En 2020 se registraron 604 mil 100 nuevos casos en todo el mundo y 544 mil 76 muertes, de acuerdo con el Global Cancer Observatory (Globocan).
El cáncer de esófago es más común en hombres que en mujeres. Las personas entre 45 y 70 años tienen mayor riesgo de desarrollarlo. En México, durante el 2020 se reportaron 1 mil 290 casos nuevos de cáncer de esófago y 1 mil 238 fallecimientos por esta causa.
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Algunos de los principales factores de riesgo son: fumar, consumir alcohol, obesidad, reflujo biliar, beber líquidos muy calientes, una alimentación deficiente en frutas y verduras, enfermedad por reflujo gastroesofágico (ERGE) y cambios precancerosos en las células de esófago (esófago de Berrett).
Los signos y síntomas más comunes se distinguen por dificultad para tragar (disfagia), pérdida de peso sin proponerlo, tos o ronquera, problemas de digestión o acidez estomacal, y dolor, presión o ardor en el pecho.
El diagnóstico se puede obtener por medio de la exploración del abdomen y de los ganglios linfáticos de cuello y axilas; por exploración endoscópica del tubo digestivo superior o esofagogastroscopia; por exploración radiológica que les ayude en el diagnóstico y la evaluación de la extensión del tumor; o por examen histopatológico (o biopsia). Los tratamientos pueden incluir procedimientos quirúrgicos, quimioterapia, radioterapia y fármacos.
RGP
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