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Siga los últimos avances en el área de la prevención, diagnóstico y tratamiento oportuno, así como el efecto post pandemia y el futuro del tratamiento del cáncer en la región y a nivel global.
Pandemia COVID-19: Visión de un Oncólogo Peruano
Por: Dr. Carlos Vallejos, Médico Oncólogo, Fundador y primer Presidente de la Sociedad Peruana de Oncología Médica*
¿Cuál es el contexto epidemiológico del cáncer en el Perú?
En el Perú se diagnostican casi 67 mil casos nuevos de cáncer al año. Los cánceres más frecuentes son de próstata y de mama con 7,500 y 7,000 casos respectivamente. Aproximadamente 4,100 mujeres son diagnosticadas con cáncer de cuello uterino, pese a los esfuerzos de los planes de prevención; cerca de 20 mil pacientes fallecen anualmente por cáncer.
En nuestro país alrededor del 60% – 70% de los pacientes que se atienden en el sector público son admitidos con cáncer avanzado, a diferencia de lo que ocurre en el sector privado cuya incidencia de cáncer avanzado es del 20% – 30%.
Tenemos 4 institutos especializados para la atención del cáncer en el Perú (uno nacional y tres regionales). El sistema de seguridad social y la sanidad de las fuerzas armadas y policiales también ofrecen atención oncológica en sus unidades respectivas. El sector privado complementa este importante rol brindando atención especializada a los pacientes que cuentan con algún tipo de seguro privado.
Contexto epidemiológico del COVID-19 en el Perú
Hasta el momento, en el Perú se han registrado más de 170 mil casos de COVID-19 y la letalidad de la enfermedad se ha estimado en un 2.91%; sin embargo, por experiencias en otros países y la metodología que se ha usado para identificar a los casos y fallecidos, se considera que estas cifras son mayores. Estamos esperando que se hagan los estudios de seroprevalencia de COVID-19 en la población general, para tener cifras más exactas, debido a que hay algunos estudios que sugieren que por cada caso positivo oficial, habría otros 40 infectados que no se hicieron la prueba diagnóstica. También se aprecia un incremento del 80% de muertes comparado con el año 2019, lo que indicaría un sub registro de fallecimientos. Los primeros días de mayo, los análisis mostraban que se podría estar entrando en la etapa de meseta de la pandemia en el país, sin embargo, el desarrollo del escenario nacional mostró que se continuaba en una fase de crecimiento exponencial importante.
Estrategias tomadas contra el COVID-19
A pesar de ser uno de los primeros países de la región en iniciar la cuarentena, la enfermedad continúa avanzando y actualmente enfrentamos el momento más crítico con varias regiones colapsadas y un incremento de casos constante. El hecho de no haber alcanzado una mitigación exitosa responde a varios factores. Nuestra cultura, por diversos motivos políticos e históricos es una cultura de desconfianza. Esto ha llevado a que la implementación de normas de salud pública sea complicada, por lo menos en la magnitud necesaria para tener el impacto integral deseado. Más allá de esto, según datos de nuestro Instituto de Estadística e Informática, el 70% de nuestra población económicamente activa tiene un trabajo informal, por lo que sin ingresos diarios, no pudieron soportar el confinamiento que involucra una cuarentena. Las iniciativas de apoyo del gobierno mediante la entrega de bonos a las personas más económicamente vulnerables, condicionó gran flujo de gente a bancos, lo cual se dio sin el respeto al distanciamiento social.
Por otro lado, una reciente encuesta nacional de hogares mostró que tres de cada cuatro hogares pobres no tiene un refrigerador. Esto significa que las madres o padres de familia deben acudir a mercados muy frecuentemente para adquirir alimentos. Estos mercados resultaron en fuentes importantes de contagio; se ha mostrado que hasta el 80% de los vendedores de algunos mercados están infectados
Las estrategias de perfilamiento epidemiológico de la población respecto al COVID-19 también han tenido que enfrentar todas las dificultades asociadas al uso de pruebas de laboratorio que no pudieron tener toda la cobertura demográfica que se hubiera deseado.
Regresando al punto líneas arriba, estos y otros factores han condicionado que, no solamente haya desconfianza en las decisiones, sino que también se haya quebrado el principio de autoridad que un estado de emergencia como el dictado por el estado, ameritaba. De aquí hacia el futuro será una labor difícil pero inmensamente necesaria para la reconstrucción de la salud social para poder aspirar a que las personas confíen en sus instituciones y las instituciones en las personas.
Saturación de los servicios de salud
El sistema de salud peruano, al igual que en otros países de América Latina, presenta muchas deficiencias, tanto estructurales como organizacionales. Habíamos aprendido a convivir con todos estos problemas, aliviados hasta cierto punto por la oferta privada de servicios de salud. La pandemia del COVID-19 ha traído consigo dos consecuencias que están mostrando la fragilidad de nuestro sistema de salud. La primera es la vivida por los mismos pacientes. Hemos visto inclusive en países desarrollados la desesperación por la ausencia de camas hospitalarias, camas de cuidados intensivos, equipos básicos como la ventilación mecánica o balones de oxígeno.
Existe un segundo problema que se está agravando, y es el contagio del personal de salud, así como, la de los servidores públicos, como las fuerzas armadas y policiales. Los trabajadores públicos de los centros hospitalarios se han sentido abandonados por el gobierno ante la ausencia de equipos fundamentales para la protección de nuestro personal asistencial. A la fecha tenemos más de 33 médicos fallecidos reportados (hasta el 24 de mayo) y más de 1,100 contagiados. Muchos de nuestros colegas cayeron en zonas remotas. Existen actualmente iniciativas del Colegio Médico del Perú para traer a Lima a los médicos en estado crítico que se encuentran en zonas alejadas, para brindarles al menos una oportunidad de curación. Esto nos obliga a repensar todo lo que signifique el fortalecimiento y mejoría de gestión a nivel nacional, y una relación más fluida entre las entidades del estado, el sector público y el privado.
Hay otras necesidades de salud que se han dejado de atender por la pandemia, para evitar que los hospitales sean una fuente de contagio. No sabemos a ciencia cierta que va a pasar cuando se termine el estado de emergencia.
Manejo de pacientes con cáncer durante el COVID-19
Esta pandemia ha hecho que institucionalicemos la telesalud como medio de atención de nuestros pacientes. Esto ha ocurrido de un modo algo abrupto e improvisado en un inicio. Hemos pasado del rechazo y malestar generalizado por parte de los médicos de brindar consultas por WhatsApp a atender pacientes por video conferencia. Tendremos que mejorar las plataformas de teleconsulta; otra cosa que tendremos que trabajar es en la educación de los pacientes.
En Oncosalud, tuvimos mucha suerte, pues desde hace varios años venimos implementado sistemas “paperless”, lo que se tradujo en que se obviaron muchos pasos en los que el paciente tenía que acercarse a las clínicas. Al igual que en el resto del mundo, se priorizaron las urgencias
Panorama económico futuro y la cobertura del cáncer
El panorama de la salud está complicado, desde el punto de vista de los pagadores. Esta pandemia ha debilitado todos nuestros cimientos económicos. Creo que vamos a ver dificultades en la cobertura de medicamentos de altos costos. Va a haber una fuerte racionalización de los recursos humanos y financieros. Se viene una nueva tendencia en cuanto a patrones de consumo, y esto involucra también a la salud. Se va a masificar la teleconsulta. Desafortunadamente, los pacientes todavía ven esta herramienta como un producto de valor inferior que las consultas médicas presenciales, razón por la cual, estarán dispuestos a pagar precios inferiores. Otra cosa que hemos visto es la forma como está disminuyendo muy significativamente la afluencia de pacientes a centros médicos, esto indicaría un mayor nivel de automedicación y descontrol de las condiciones crónicas.
Los que gestamos salud, desde el sector público o privado, tendremos que reinventar la forma como ofrecemos nuestros servicios. Los que nos dedicamos a tratar el cáncer tendremos que esperar un poco hasta que salgan cifras oficiales de mortalidad en nuestros pacientes, y para saber cuántos fueron por la infección, cuantos fallecieron por la saturación de los servicios de salud, y cuantos por el temor de entrar a un centro hospitalario.
En el futuro, el sistema de salud tendrá que se ser más eficiente. Si queremos tener un sistema de salud “saludable”, tenemos que retornar al concepto de la integralidad de la salud en donde el aspecto físico, estructural, emocional, cultural, educacional y social formen parte de esta compleja malla que nos permitirá enfrentar el futuro de la salud de nuestras poblaciones en un terreno más sólido de aquel, en que el COVID-19 nos sorprendió.
* Dr. Carlos Vallejos
Médico Oncólogo; Director Fundador de AUNA, Ex Ministro de Salud (2006-2007), Ex Director del INEN (2002-2006 y 2008-2012), Fundador y primer Presidente de la Sociedad Peruana de Oncología Médica (1996).