Este artículo también puede encontrarse en la Edición Impresa del mes de Octubre, Revista LaSalud.mx y Oncologia.mx impresa y distribuida en Milenio Diario e Instituciones de Salud, o en la versión digitalizada en ISSUU
LOS MEDICAMENTOS, LA SMEO, EL CMO, LOS CONGRESOS…
Los medicamentos eran menos difíciles de adquirir. Mis colegas me buscaban para obtener más información cientifica. De pronto, aunque más joven formé parte de un grupo de expertos cirujanos y radioterapeutas de prestigio en México.
Ayudé y participé activamente en todos los congresos para la SMeO.
Los invitados que seleccioné eran verdades personalidades como: Gianni Bonadonna, Gabriel Hortobagyi, Emil Frei, Emil J. Freireich, Larry Einhorn, Jimmy y Jamie Holland, Chales Moertel, Norman Jaffe, Harry F. Bisel, Fred Ansfield, Irwin Krakoff, George Blumenschein, Roberto Estévez, Antonio Carlos Campos Junqueira, y muchos más.
Durante las reuniones se estrecharon las relaciones profesionales y, para la selección de las mesas directivas que marcan los estatutos, se convocaba puntualmente. Mi actividad me llevó a ser nombrado vicepresidente y presidente de la misma.
Establecí en esa etapa algunas reglas, por ejemplo la selección en cada institución de una terna entre sus médicos que cumplía con los requerimientos que exigía la SMeO para ser propuesto para la Vicepresidencia y, posteriormente, ocupar la Presidencia. Así, en forma rotatoria, en cada proceso electoral una institución diferente (Hospital General de México, IMSS, ISSSTE, INCan) tiene la oportunidad de tener a uno de sus médicos en la presidencia de la SMeO.
La costumbre era seleccionar para ese cargo sólo a médicos del Hospital de Oncología del IMSS. No era algo democrático (es necesario recordar que el número de miembros de la SMeO eran de ese Hospital), y tendría que ser así a pesar de la diferencia numérica. Hice llegar la democracia a partir de 1980 y hoy la representación institucional es un hecho. Ojalá en el futuro se considere a otras instituciones de los estados de la República Mexicana donde se ejerce la oncología.
Años antes, tuve la inquietud de lograr la fusión de los médicos que ejercíamos la oncología médica (la mayoría alumnos míos) y el conducto era la SMeO. Así lo expuse al entonces presidente de ésta (doctor Rodríguez del Rincón). Estuvo de acuerdo en realizar “algo” para que la Academia Nacional de Medicina aceptara ese grupo y propusiera las normas para el reconocimiento. La sugerencia fue que nos “agregáramos” al Consejo Mexicano de Radioterapia, pero ellos se opusieron. Tuve que resignarme y esperar, simplemente esperar.
Me propuse formar Capítulos de Oncología de la SMeO para el interior de la República Mexicana, con el fin de mantenernos unidos y actualizados; esto se realizó y el mérito le corresponde al doctor Román Torres Trujillo quien, durante su Presidencia, se dio a la tarea de realizar las alianzas necesarias con los oncólogos del interior de la República. Esta labor creo que fue apoyada de manera entusiasta por la Sociedad de Enfermería Oncológica. Era necesario que cirujanos, radioterapeutas y oncólogos médicos se integraran y se logró casi de inmediato en ciudades como Guanajuato, Guadalajara, San Luis Potosí y Monterrey. El compromiso era sesionar regularmente para intercambiar experiencias e información científica que les mantuviera actualizados. Me adelantaré un poco en mi relato: retomé la idea de crear el Consejo Mexicana de Oncología, que habían iniciado los doctores Juan López Cueto y Edmundo Rodríguez del Rincón sin éxito, debido a que la Sociedad de Radioterapeutas se negó para que la SMeO se integrara al ya existente Consejo Mexicano de Oncología (así lo recomendaba la Academia Nacional de Medicina). Posteriormente, la doctora Aura Argentina Erazo Valle logró la creación del Consejo Mexicano de Oncología (Cirugía Oncológica, Oncología Médica y Pediatría Oncológica), con la idoneidad de la Academia Nacional de Medicina, siendo el doctor Víctor Espinoza de los Reyes quien representaba a la Academia y quien dio todo su apoyo. Los tropiezos fueron muchos, la labor difícil, pero Aura no dio un solo para hacia atrás.
Aura acogió la idea plenamente convencida de lo importante que era este logro. Buscó apoyos y encontró el del doctor Pepe Athié (cirujano oncólogo). Cuando finalmente la Academia Nacional de Medicina otorgó el reconocimiento, se convocó para la elaboración de reglamentos, y durante mi presidencia en el año 2000 y gracias a los doctores Eduardo Arana y Ramiro Jesús Sandoval, se publicaron los reactivos para obtener la certificación y recertificación apoyados muy de cerca por la UNAM. Se creó la página web del CMO, gracias al doctor Sergio Rodríguez Cuevas, el secretario durante este periodo fue el doctor Gilberto Solorza quien participó en forma muy activa en todas estas reformas del CMO.
Retomo el relato: junto con la fama llegó la controversia profesional. Ambas (fama y controversia) no me quitaron el sueño. Al fin y al cabo estaba ejerciendo, profesional, y con bases científicas una especialidad poco conocida para algunos y aceptada por lo menos en el extranjero como una especialidad necesaria en el tratamiento ortodoxo del cáncer.
En la actualidad, este Consejo (que incluye a cirujanos oncólogos, oncólogos médicos, ginecólogos oncólogos y oncólogos pediatras) sobrepasa el número de miembros de la Sociedad de Radio-oncólogos.
Tomado del Libro: “Un Relato Histórico de la Oncología Médica en México”
Con autorización expresa de sus autores: Dr. Jaime G. de la Garza Salazar y Dra. Paula Juárez Sánchez. Editorial Flores con la colaboración de Impresos Almar.
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