Por: Gregorio Quintero-Beuló.
LaSalud.mx.- Tradicionalmente, el médico sin importar la rama de la medicina en la cual se especialice, se ha dado a la tarea de diagnosticar minuciosamente la patología que acude a su consulta con el objeto de proporcionar el mejor tratamiento a sus pacientes, para que de esta manera pueda rehabilitar y reintegrar a la población en tratamiento. Sin embargo, el médico es un ser humano que sufre de enfermedades diversas de la misma manera como la presentan los pacientes que acuden a su consulta; ante esto, parece ser que este hecho es olvidado no sólo por estos últimos sino por el mismo médico, dando la apariencia en ocasiones que el galeno es todo poderoso y que el proceso salud-enfermedad es ajeno a su entorno personal.
El momento de desilusión y enfrentamiento con la realidad ocurre cuando el médico se afronta a algún padecimiento en su propia persona y se convierte en un paciente, en ocasiones y paradójicamente presentando el mismo tipo de padecimientos que trata en su especialidad, en donde tiene por necesidad que lidiar con iguales tratamientos que él indica teniendo algunas veces repercusiones físicas y psicológicas más graves que un paciente sin estas condiciones específicas, dado a la psique y la formación propia del médico, siendo aún más difícil el proceso de curación del ahora profesional enfermo.
Dado a lo anterior y entendiendo al médico como un ser humano común y corriente igual que cualquier otro, se reconoce que es elegible de padecer cualquier enfermedad al igual que el resto de su especie, por tanto resulta fácil pensar que puede sufrir padecimientos de tipo ocupacionales, como lo es el síndrome de desgaste profesional también llamado burnout.
La prevalencia de esta patología psicológica y social de tipo ocupacional en el personal médico no es diferente de manera significativa al de la población general, presentado al igual que los demás, ideas de negación, automedicación, abuso de drogas, agresividad progresiva hacia sus semejantes y compañeros, ruptura y violencia familiar, etc., así como las consecuencias profesionales del uso y abuso de los diversos fármacos en alguna categoría especial de un padecimiento; sin embargo, la aceptación de la enfermedad parece ser más difícil en este subgrupo de individuos del ambiente médico, que en el resto de la población general.
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