Oncología.mx.- Da color y sabor a las ensaladas, es la base del gazpacho, salmorejo y sofrito, y en salsa anima cualquier plato. El tomate es una de las hortalizas estrella de la dieta mediterránea y beneficia nuestra salud. Ha demostrado ser un aliado en la prevención del cáncer de próstata, el más frecuente entre los hombres. Así lo han concluido diversos estudios en la última década.
El más reciente, publicado en agosto en la revista médica «Cancer Epidemiology, Biomarkers and Prevention», concluyó que tomar diez porciones de tomate a la semana (cada porción equivale a un tomate mediano o 150 ml de jugo de tomate) reduce en un 18% el riesgo de desarrollar la forma más común de cáncer masculino.
Los investigadores hicieron un seguimiento de la dieta y el estilo de vida de 1.806 hombres de entre 50 y 69 años con cáncer de próstata y lo compararon con 12.005 hombres libres de esta enfermedad. Los participantes que mantenían una ingesta óptima de selenio, calcio y licopeno, un pigmento vegetal con capacidad antioxidante que lucha contra las toxinas que causan daño celular y en el ADN, tenían un menor riesgo de desarrollar este tipo de tumor. Pero fueron los tomates y sus derivados, la opción con mayor concentración de licopeno, los que demostraron más beneficio, con una disminución del riesgo de hasta el 18%.
«Nuestros hallazgos sugieren que los tomates pueden jugar un papel importante en la prevención del cáncer de próstata. Y aunque serán necesarios más estudios para confirmar estos resultados, los hombres deberían incluir en su dieta una amplia variedad de frutas y verduras, mantener un peso saludable y ser activos físicamente», asegura Vanesa Er, de la Escuela de Medicina Social y Comunitaria en la Universidad de Bristol, y autora principal del estudio.
«Al licopeno se le atribuye una capacidad antioxidante importante, propiedades antiproliferativas y que mejora la función inmunitaria, pero los estudios no clarifican porque tiene esa afinidad por la próstata», explica a ABC el doctor Antonio Agudo, investigador del Programa de Investigación en Epidemiología del Cáncer del Instituto Catalán de Oncología. Además, a diferencia de otros antioxidantes como la vitamina C, el licopeno no se destruye al cocinarlo. Es más, en forma de salsa aumenta su capacidad de absorción porque la grasa, por ejemplo del aceite de oliva, favorece su absorción.
El tomate no es el único alimento al que se le han atribuido propiedades frente al cáncer de próstata, aunque si es sobre el que existe más evidencia. Otros estudios, en este caso en ratones, han apuntado a las nueces y a la combinación de tomate y soja.
En la prevención de algunos tipos de cáncer, la dieta puede actuar como un factor protector o de riesgo, pero siempre que se repita un patrón.«Comer un día bien no te protege ni comer un día mal te pone en riesgo», apunta el doctor Agudo. Los tumores que tienen relación con la alimentación son los del tracto digestivo y páncreas y los de tipo hormonal como el de mama y próstata.«Hay cantidad de alimentos que pueden interferir en la regulación hormonal», asegura el experto.
Vitaminas antioxidantes
«El 35% de todos los tumores se producen directamente por comer mal, en otro 30% hay otras causas más importantes, pero comer bien puede retrasar su aparición, y en el resto influye poco», explica a ABC la oncóloga del Hospital Central de Asturias Paula J. Fonseca, autora del libro «Comer para vencer el cáncer».
Para prevenir la aparición de carcinomas motivados por una mala dieta, la experta recomienda beber siempre agua, no sustituirla por refrescos, y ejercicio físico diario. «El sedentarismo hace que se engorde en zonas inadecuadas como el vientre. Es en la grasa abdominal donde se producen hormonas nocivas para la próstata», advierte. Aconseja potenciar la ingesta de vitaminas A (vegetales de colores vivos), C (cítricos) y E (aceite de oliva o nueces) porque son «antioxidantes».
Tomar fibra para favorecer el tránsito intestinal y evitar los azúcares refinados y las comidas muy procesadas, saladas y en conserva.«Los alimentos envasados llevan sales, colorantes y conservantes y pierden casi todos gran parte de sus nutrientes saludables. Se convierten en alimentos vacíos», señala la experta, que recomienda, por ejemplo, comprar las verduras congeladas en lugar de envasadas porque mantienen mejor las propiedades.